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La confrontación estadounidense-iraní: ¿Qué nos espera?

Foto Kremlin

Si se quisiera hacer un análisis sobre hasta dónde llegaron las relaciones entre los Estados Unidos e Irán desde que subió el nuevo gobierno de Trump al poder, no bastaría solo con seguir de cerca a los medios de comunicación y simplemente resumir lo dicho o marcado por los líderes o funcionarios políticos relacionados a este tema.

Tratar de diagnosticar como será el futuro de este conflicto requiere de un conocimiento o mejor dicho entendimiento de la conducta política de Donald Trump, la cual de seguro es la principal influencia sobre los actos de la Casa Blanca.

Recordemos que el Presidente Donald Trump llevó una campaña provocativa durante su candidatura odiada y admirada, pero podemos afirmar que es el pionero de la nueva cultura política que estamos viviendo, con un estilo más directo y sorpresivo.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que el gobierno de Trump también debe tener todavía en cuenta las políticas llevadas por el gobierno anterior, las cuales intentaré explicar cómo influyen en la actual política trumpista.

El gobierno anterior de los Estados unidos falló en cuanto a sus relaciones diplomáticas con sus aliados del Medio Oriente, habiendo abandonado a Egipto en plena revuelta en 2011, y además dejó una imagen débil de quien fuera el país mas potente del mundo cediendo ante a sus enemigos como Irán, permitiéndole acrecentar sus amenazas. Esto es algo que cambió con la llegada al poder de Donald Trump.

El nuevo Gobierno norteamericano basa su política en los siguientes componentes:

A. Situación existente heredada de presidentes anteriores la cual no será aceptada (incluido no aceptar el propio régimen iraní actual, mucho menos su comportamiento regional e internacional(

B. Disposición para una confrontación político-económica abierta

C. Un cambio en la situación a través de negociaciones que deberían abrirse como resultado de la presión económico-política y no por medios militares

D. La opción propuesta para los países en conflicto será entre una comprensión renovada que se alcanzará a través de las negociaciones, o una confrontación aguda que podría extenderse a otros planos, aunque no por iniciativa de los Estados Unidos. Cabe destacar que las negociaciones en todas las etapas parecen indicar que Trump no se esfuerza por obtener logros máximos, sino logros parciales, concesiones mutuas, por ejemplo, con Europa, Canadá y China.

La política exterior de Trump se puede ver de las siguientes maneras: Primero, si hablamos de los países aliados a los Estados Unidos como Canadá o otros provenientes de Europa, a simple vista podemos decir que comparten su misma ideología pero además no tienen el poder necesario de poder enfrentarlo en caso de tener algún punto de vista contrario, por el otro lado, a sus contrincantes no les queda otra que solo resignarse a aceptar sus dictados. No es el caso de China quien está en la lista de los demandados a pagar tarifas más altas, sino que es el único del Continente asiático que puede enfrentar a Estados Unidos. En este caso, un enfrentamiento económico que inició una guerra comercial en gran escala, que influyó en los últimos cambios de precio del mercado petrolero.

En este caso, Estados Unidos tiene que ser cuidadoso respecto a Rusia ya que este sería el único país que puede ayudarlo ante su conflicto con China, y el Presidente norteamericano manifestó que de no ser así, Rusia corre el riesgo de convertirse en su peor enemigo.

Quizás el caso que más nos sorprendió fue la conducta norcoreana al mostrar su interés por el diálogo. Sin embargo, es algo que también hizo con gobiernos americanos anteriores solo para conseguir sus objetivos y fortalecerse. Se podría decir que sin embargo a pesar de que Norcorea recurrió nuevamente en el fraude, Trump sabe bien cómo manejar los vientos a su favor. El encuentro con el líder de Norcorea lleno de expectativas a Trump de que en un futuro no muy lejano lograra concretar una reunión de la misma peculiaridad con su archi enemigo, Irán.

Podemos decir que dentro de la extensa agenda que lleva la Casa Blanca sobre su política exterior enfocada en Medio Oriente, gran importancia se le da a su relación con Irán o mejor dicho su conflicto, y si bien la estrategia del Presidente estadounidense ha logrado concretar reuniones y diálogos que nos llenaron de esperanzas para conseguir la paz mundial, con Irán parece no llegar a su fin, todavía no se vio ningún encuentro ni el rumor de alguno por detrás de las cortinas del gran espectáculo político internacional ¿Que está pasando? ¿Y si Donald Trump pidiera una reunión pública con los líderes iraníes, estos aceptarían?

La reacción iraní ante estas relaciones públicas

La decisión de realizar una reunión con un país occidental despierta un dilema dentro de la sociedad iraní de un estilo que nos recuerda las primeras relaciones entre occidente y Oriente, allá por la época cuando gobernaba el Imperio Otomano. Tanto en esa época como hoy, hubo solo un tema que estancaba todo tipo de relación, y ese era la discusión entre dos campos políticos, el ideológico, y el pragmático.

Más de 100 años pasaron pero la discusión sigue igual, el país persa, al igual que otros países árabes debe saber cumplir con los reclamos de su sociedad, para la cual las relaciones con EE.UU. despierta el conflicto de nuevo. Lo cual abre el dilema de mantener o no relaciones con un país occidental, lo que representa para el campo ideológico un golpe a la cultura islámica, que siempre se sintió amenazada por el interés de los países modernos en relacionarse y conseguir proyectos en conjunto, ya que esto según el punto de vista de los más tradicionales, podría afectar al Islam en sí. Según ellos, la amenaza reside en que el occidentalismo logrará influenciar a la sociedad hasta tal punto que, las próximas generaciones podrían de a poco comenzar a desconectarse de la tradición islámica. Ante los tradicionalistas se encuentra el campo pragmático que de manera silenciosa realiza reuniones, actividades y representa una oposición para el actual gobierno iraní.

El líder supremo de la República Islámica de Irán Alí Hoseiní Jamenei declaró públicamente el pasado 21.07.18 en un discurso que Irán no se niega a un diálogo con los Estados Unidos, al contrario, el gobierno iraní estaría dispuesto a concretar este encuentro siempre y cuando “EE.UU. se comprometa a cumplir con los requisitos previos” que exige Irán, estos serían los siguientes:

La afirmación nuclear de Irán y el cumplimiento de todos sus compromisos, el cese de las amenazas militares, el cese de sus esfuerzos para derrocar al régimen, el cese de las disputas entre Irán y los estados árabes, el cese de las nuevas sanciones económicas y el cese de la presión económica sobre las empresas europeas interesadas en invertir en Teherán. Incluso siendo así, existieron movimientos del campo ideológico que se oponen a todo tipo de encuentro. Por estas razones, si hay diálogos suelen ser sin resultados concretos ni públicos.

Noviembre del 2018: fecha decisiva

Para el mes de noviembre de este año las sanciones contra Irán serán aplicadas. Los líderes iraníes se encontrarán ante dos decisiones donde se verán obligados a elegir, la primera, aceptar el comienzo de un diálogo pero sin los requisitos previos, y la segunda sería concretar su amenaza de llevar este conflicto al segundo nivel donde la agresión y amenaza militar están como componente principal.

Irán y su política interior

Irán hoy está viviendo una de sus peores crisis económicas y su pueblo ya no está tan atrasado ni poco informado sobre lo que pasa en el mundo. En algún momento de la historia, importantes analistas políticos especializados en el tercer mundo, opinaban que una serie de sanciones a un país es justamente lo que despierta el patriotismo en la sociedad afectada por la simple razón que líderes de estos países (en este caso Irán) utilizan las sanciones para acrecentar el odio contra el país que las impone (en este caso EE.UU.).

De esta manera la culpa se la pasan a otros y estos pueblos en vez de realizar un cambio al respecto tiran su bronca a otros. En Irán esto ya está comenzando a cambiar y a las últimas manifestaciones el pueblo llegó con carteles que titulaban: "El gobierno es el verdadero culpable y no los Estados Unidos". Esto nos despierta cierta sensación de optimismo, pero si nos fijamos un poco más, las manifestaciones fueron creciendo desde principio del 2018, y así se espera que sigan creciendo e incluso se esparzan en otras ciudades que no sean la capital. Esto último podría ser una muy buena oportunidad para el campo opositor, el cual podría encaminar su ambicioso objetivo de descolocar al actual gobierno iraní. A esto estaremos prestando atención durante los próximos meses.

Qué se espera en la región

El régimen iraní aumentará su ayuda a las organizaciones terroristas chiítas y las milicias bajo sus auspicios: los hutíes en Yemen, las milicias chiítas en Irak, Siria y Afganistán, Hezbollah y las organizaciones terroristas palestinas que operan en los diversos frentes.

Un ejemplo cercano a esta actividad y que fue bien pública por parte del ejército iraní, fue cuando por orden de Irán los hutíes en Yemen atacaron dos barcos petroleros saudíes afectando gran parte del comercio petrolero. Aunque parecería ser una actividad que no afectaría al mundo, pues ya lo está haciendo, los países occidentales tendrán que estar bien despiertos los próximos meses a todo movimiento que la influencia iraní realice de manera nefasta. En especial, países que tienen interés o relaciones diplomáticas con otros países del Medio Oriente.

El plano internacional

La verdad es así, Irán aparentemente no tiene expectativas reales de que países europeos lo protejan de los EE. UU., ni tampoco esperanza significativa ante el paquete de compensación financiera que los países europeos empezaron a girarle (20 millones de dólares fueron girados a la teocracia persa el 23 de agosto).

Lo que si, los países europeos están al tanto de que por más que Irán se encuentre en una crisis, por más que sea conciente de su débil status al enfrentar a Occidente, para bien o para mal, Irán no renunciará a convertirse en un país con fuerza nuclear en algún futuro próximo. Teniendo en frente nuestro todos estos datos ¿Cómo se podría imponer el límite a sus ambiciones? ¿Que podría pasar? El tiempo corre y parece que es hora de no esperar y empezar a actuar, todo estará mas claro después de noviembre, de mientras tomemos en cuenta lo marcado.

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