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Idioma judeoespañol


Martín Benjamín Berger - El lenguaje del corazón

El ladino es el dialecto judío-español que hablan los judíos sefardíes, y los orígenes del ladino son similares a los del yiddish, ya que ambos combinan el idioma hebreo y el idioma local. Se desarrolló en los siglos Siglos XV y XVI, y creció hasta incluir elementos del árabe, turco, griego, francés e italiano.El ladino se extendió por todo el Mediterráneo después de que España expulsara a los judíos en 1492, y actualmente es hablado por unos 160.000 judíos en Turquía, los Balcanes, el Norte de África, Israel y las Américas. Pero debido a la reciente tendencia entre los judíos sefardíes a adaptar los idiomas locales en lugar de los tradicionales, el ladino está ahora en declive.Hay varias diferencias sutiles entre ladino y español. En español, el nombre de Dios es "Dios", que termina en "s", implicando que hay varios dioses. Pero en Ladino, Dios es constantemente llamado "El Dio". Del mismo modo, en lugar de usar el término español Domingo (que se traduce como "día de Dios") para nombrar el día de la semana, el ladino emplea "Alhat", una palabra árabe que significa "uno". para indicar el primer día de la semana hebreo.

El judeoespañol

ladino o djudezmo es el idioma hablado por las comunidades judías descendientes de hebreos que vivieron en la península ibérica hasta 1492, llamados sefardíes. El ladino, aunque procedente del castellano medieval, presenta también rasgos en diferentes proporciones de otras lenguas peninsulares y mediterráneas. Al ser una lengua judía, contiene alguna aportación del hebreo, con alguna influencia del turco e incluso del griego, principalmente, dependiendo del entorno. Además, el judeoespañol contemporáneo contiene una cantidad notable de vocablos del francés, por influencia de la Alianza Israelita Universal en ciudades como Salónica, Estambul y Esmirna.

Al no haber sido nunca armonizada por una programación lingüística, es actualmente objeto de controversias, comenzando por su denominación. El nombre ladino (de "latino") surge de la costumbre rabínica de traducir las escrituras del hebreo original al castellano hablado por el común de los sefardíes, fazer en latino, utilizándose finalmente esa expresión para todo ese tipo de textos. Sin embargo, los sefardíes se referían a ella generalmente como espanyol o djudezmo. El término judeoespañol surge de la necesidad de diferenciarlo del español moderno. En el caso de la variedad haquetía, se observa una influencia muy fuerte del árabe.

Historia

Los judíos fueron expulsados de España el 31 de julio de 1492 en virtud del Edicto de Granada, que establecía la obligación de abandonar el territorio español para todos los judíos, salvo aquellos que se convirtiesen al cristianismo. La mayoría de los sefardíes optaron por el exilio, y casi todos ellos fueron recibidos en el Imperio Otomano por el sultán Bayaceto II. Otra parte se estableció en Marruecos, en Holanda y en algunos países de la Europa central, amén de algunos otros que se establecieron, en años posteriores, en América.[cita requerida]

Los sefardíes establecidos en tierras otomanas pertenecían a un nivel social y económico en cierta medida superior al de las poblaciones autóctonas, lo cual permitió que éstos conservaran la lengua y la mayoría de sus tradiciones hispánicas durante casi 400 años, de manera similar a lo que ocurrió en Marruecos. Sin embargo, el tiempo favoreció que se originaran dos versiones del judeoespañol: el ladino (hablado en los Balcanes) y el haquetía, hablado en Marruecos. Por la influencia cultural que tuvo el ladino y, desde luego, por el número de hablantes que tuvo, mucho mayor que el haquetía, es considerado un espécimen lingüístico muy interesante para filólogos e hispanistas.

Las migraciones y asentamientos de los judíos de España, Sefarad

Orígenes

La lengua hablada por los judíos españoles antes de la expulsión no difería sustancialmente del idioma español de la época, aunque tuviera en ocasiones rasgos específicos, particularmente el empleo ocasional de léxico hebreo. En las primeras décadas del establecimiento de los sefardíes en la ciudad de Salónica coexistían varias de las lenguas habladas en la Península Ibérica. Era posible identificar en los diferentes barrios o calls lenguas como el gallego, catalán, asturiano o portugués. Sin embargo, la sustancial predominancia de los sefardíes de origen castellano o andaluz propició que las lenguas anteriores cayeran en desuso, no sin haber ejercido cierta influencia.1

El judeoespañol posee una gran cantidad de vocablos arcaizantes, en relación con el castellano actual. Mucho de esto se debe a la falta de dinamismo que tuvo el idioma en los Balcanes, lejos de España, cuya lengua se enriqueció y sufrió reformas con el paso de los años. El judeoespañol, por su parte, adquirió vitalidad de la lengua turca y griega principalmente, las cuales lo enriquecieron y, en cierta medida, modernizaron.

En sus lugares de exilio, los judíos sefardíes mantuvieron la lengua española porque ésta era un signo de pertenencia a la comunidad judía, y en los lugares donde los sefardíes compartían espacio con los ashkenazíes, como manera de diferenciarse. Incluso en la Turquía otomana, el español hablado por los sefardíes era conocido como yahudice (literalmente, judío). Un diplomático otomano que visitó España en el siglo XVII se sorprendía de la lengua hablada en el país, como lo manifestó en una carta escrita a la Sublime Puerta: Curiosamente, en España han adoptado la lengua de los judíos de nuestro Imperio.1

Durante siglos se produjo una abundante tradición oral en judeoespañol, así como una importante obra literaria. En la ciudad de Salónica, primero otomana y más tarde griega, donde la comunidad sefardí integraba el 65 % de la población, el judeoespañol era empleado como lingua franca en el comercio y en las relaciones sociales entre los tres principales cultos de la ciudad: el cristianismo, el judaísmo y el Islam.

En la actualidad

El número de hablantes de judeoespañol ronda hoy los 150 000. En América Latina hay comunidades donde el ladino y las tradiciones sefardíes han sido parte integral de su historia y cultura, como en países como Puerto Rico, Cuba, México, Colombia, Bolivia, Brasil, entre otros. En Israel se mantiene una revista en judeoespañol,2 editada por la Autoridad Nasionala del Ladino y una emisión semanal de radio en la emisora Kol Israel. Igualmente Radio Exterior de España emite el programa Bozes de Sefarad que recientemente cumplió 20 años al aire. Otros medios de comunicación en ladino han ido desapareciendo a medida que menguaba el número de hablantes.

Las comunidades sefardíes más numerosas fuera de Israel están en Turquía, donde hay unos 15 000 hablantes. Ahí mismo, el número de periódicos y boletines emitidos en judeoespañol sigue siendo significativo.

Desde finales del siglo XX ha habido tímidos intentos de recuperación del judeoespañol, sobre todo en Israel. Este judeoespañol académico es un estándar creado a partir de las hablas de los sefardíes. Está, incluso, muy influido por el castellano estándar, del que se ha tomado numeroso vocabulario para sustituir los préstamos turcos, franceses y eslavos.

Actualmente varias casas editoriales, sobre todo españolas, editan libros escritos en lengua judeoespañola. Gad Nasí publicó recientemente su obra editorial En tierras ajenas yo me vo murir: una excelente recopilación de cuentos y testimonios en lengua judeospañola. Han vuelto a ser colocadas en el mercado publicaciones como Los Dos Mellizos, novela sefardí publicada por primera vez a finales del siglo XIX, y Crónicas de los Reyes Otomanos de Moshé Almosnino, primera publicación formal en lengua judeoespañola. También cabe destacar la labor literaria y docente que lleva a cabo Eliezer Papo desde la Universidad Ben Gurión del Neguev con publicaciones como La Meguila de Saray.

Libros tanto judíos como de la fe cristiana han sido escritos o traducidos en ladino por eruditos como Frantz S. Peretz. Asimismo escritores como Moshe Shaul y Avner Peretz han publicado una gran colección de artículos en judeoespañol.

Como el yidish, el judeoespañol se ha escrito tradicionalmente con caracteres hebreos.

Románticas baladas sefardíes, poemas y canciones

A la nana y a la buba
Se durma la criatura El Dio grande que los guadre A los niños de los males

A la una yo nací A las dos m’engrandecí Alas tres tomi amante A las cuatro me cazí

Dime niña donde vienes Que te quero conocer Y si no tienes amante Yo te hare defender

AL MONTE DE SINAI

Al monte de Sinai Subió el señor Mosé, Con señor Josuá en compañía, Porque siempre bien le fué.

Los malachim se espantaron De ver a un hombre amado; Y Dios, con su propia mano La Ley Santa le escribió

Y Dios, con su propia mano La Ley Santa le escribió Y en tablas de diamante A Mosé se la entregó

Ay, mi Dios, te haremos Santa, Santa, fraguaremos La menorah encenderemos Con la ayuda de los cielos

Y en tablas de diamante A Mosé se la entregó Y al bajar del monte Las tablas se le quebró

Y al bajar del monte, Las tablas se le quebró Los chachitos que quedaron Mosé los apañó

EL DIO ALTO

El Dío alto con su gracia Mos mande muncha ganansia No veamos mal ni ansia A mos y a todo Israel

Bendicho el Abastado Que mos dio dia honrado Cada Shabbat mejorado A mos y a todo Israel

Venid todos ajuntemos Su nombre bendizeremos Y de El demandaremos La bendicion de Israel

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