Así lo veo yo - ENTRE LA PLAYA Y EL TERROR
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Las fotos que recientemente recorrieron el mundo y llenaron las redes, de una mujer musulmana en una playa francesa, quitándose parte de la ropa que la cubría , por orden policial, nos parecieron patéticas. Nos preguntamos si realmente alguien puede creer que con eso se ayuda a derrotar al terrorismo impulsado y protagonizado por el Islam radical.
Durante mucho tiempo, en Occidente-fuera de Israel- fue evidente la renuencia a usar siquiera la expresión "terrorismo islamista". La sensación era que de fondo no había solamente un deseo de no ser injustos con los musulmanes que no tienen nada que ver con los asesinatos-que son la enorme mayoría de los creyentes en Mahoma- sino de no decir nada que pueda despertar el mínimo siquiera de incomodidad ante el Islam en general. Eso era un craso error que de a poco, no en todos lados, se va subsanando, aunque todavía muy parcialmente.
Del no llamar a las cosas por su nombre, se pasó a una histeria generalizada contra el "burkini", el singular traje de baño que cubre todo el cuerpo y que permite a la mujer musulmana que supuestamente quiere disfrutar sin perder su recato y modestia, pasar un buen rato en el mar. El término, claro, está asociado a la terrible "burka" que tapa todo de otra forma, como tragando a la mujer que dentro de esas telas pierde toda identidad.
Supuestamente, pusimos, ya que seguramente hay muchos casos en los que la mujer de burkini puede no necesariamente ser libre expresión de su deseo y su grado de religiosidad, sino la imposición de su esposo, de los hombres de su familia, un modo de opresión que se puede dar también en medio de la Europa liberal, en comunidades musulmanas. A eso precisamente se refiere la nueva ley en Francia que prohíbe el uso de burkini en la playa, según lo expresado por un tribunal local, que confirmó la prohibición el pasado 22 de agosto. "En todas las playas de la Comunidad, está prohibida la entrada a nadar a quien no está vestido de modo que respeta la moral y el principio de la secularidad", dijeron los jueces. "Vestir ropa durante la natación, significa lo inverso de los principios mencionados y está totalmente prohibido". Y agregaron: "El burkini es una señal de inferioridad de la mujer, contraria a la sociedad democrática. Es una provocación intencional fundamentada en la identidad, que tomando en cuenta lo ocurrido recientemente en Niza, es una afrenta al orden público".
Con estas últimas palabras, queda hecho explícitamente el vínculo. ¿Qué francés no recuerda hoy el atentado terrorista en la peatonal de Niza, que quedará por siempre grabado en la memoria nacional, tanto por su cantidad de víctimas como por el simbolismo de haber sido perpetrado en el Día de la Bastilla? Fue el 14 de julio último, cuando Mohamed Lahouaiej Bouhlel, tunecino residente en Francia, embistió con un enorme camión de carga una multitud que festejaba el día nacional. El cruento saldo fue de 85 muertos y más de 300 heridos.
La mujer oprimida-y habrá sin duda casos en los que el burkini que vista alguna en Francia o donde sea, por cierto en Oriente Medio, sea manifestación de esa opresión- es una de las varias expresiones del Islam radical. Otra de ellas, sí, es el terrorismo que golpea a los propios árabes y al mundo libre. Es indudable que en las comunidades musulmanas más extremistas, la propia mujer musulmana no es libre.
En la propia Europa, especialmente en España y Francia, han salido en varias ocasiones a la prensa informaciones sobre casos de opresión e imposiciones fundamentalistas extremas en comunidades musulmanas, contradiciendo por cierto la ley local. Cuando se viola la ley, no tiene que haber dilemas acerca de cómo lidiar con ello.
Pero lo del burkini parece otra cosa, parece la histeria de Europa que comprende súbitamente que es blanco elegido por el Islam radical, y que no sabe cómo frenarlo. Es la Europa desencantada del sueño del multiculturalismo . Es la Europa que teme haberse despertado tarde para combatir al terrorismo que crece en su propio seno.
Pero ineludiblemente, sentimos que imponer determinada forma de vestirse a la mujer que va a la playa y quiere conciliar el miedo con su sentimiento religioso de modestia o recato, es una violación innecesaria de los derechos individuales. Innecesaria, aclaramos, ya que hay otras que sí son claves en pro del bien general, como no permitir que cualquiera diga lo que quiera en las mezquitas si su discurso es de incitación al terror y la violencia. En ese caso, la libertad de expresión del predicador violento, no está justificada y debe ser coartada, a fin de proteger a la sociedad.
No nos gusta el burkini. Pero no ahí está la amenaza del terrorismo. Mejor enviar esos policías que están alertas en las playas europeas, a las mezquitas de las que salen palabras de incitación y odio. Ahí sí está el terrorismo. Ahí hay que estar atentos...antes de que nuevamente sea tarde.
*Periodista radicada en Jerusalén y columnista de los principales diarios de habla hispana.
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