El Sudeste Asiático, campeón de las finanzas islámicas
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El World Islamic Economic Forum, que se convoca cada año, tiene siempre la intención de instalar una discusión global. No obstante, el foro de este año, que terminó hace una semana en Jakarta, Indonesia, destacó una región en particular, como un peso pesado en la economía mundial islámica: el sudeste de Asia. Que el 63 por ciento de los 4.200 participantes del foro de 73 países fuera de Indonesia, y 24 por ciento de Malasia, fue no sólo reflejo de la proximidad geográfica y la facilidad de los viajes. Incluso cuando se encuentra alojado en otro lugar, el foro refuerza la dominación de los países a la vanguardia en el floreciente mundo de las finanzas islámicas.
La economía islámica global es un concepto amorfo que comprende toda clase de servicios financieros permitidos por la ley islámica, como sukuk, bonos islámicos que evitan el interés comercial e industrial. En un sentido, la economía islámica consiste en cualquier transacción en la que se intercambia dinero conforme a los principios de la Sharía, y las reglas nunca son inamovibles. De acuerdo con las directivas simples establecidas en versos islámicos y discutidas durante siglos, el derecho económico islámico está en constante evolución. Además, las diferentes interpretaciones de la ley islámica han producido ideas diferentes de lo que constituye según la mirada islámica la moda, la comida, los viajes, los bienes y las finanzas de un país a otro. La economía islámica experimenta muchas discusiones para establecer un estándar aceptado, por ejemplo, para una etiqueta de certificación halal (permitida según la ley) aceptada a nivel mundial.
Como el interés en el sector crece entre los países musulmanes y sus poblaciones, la economía mundial islámica está demostrando ser muy lucrativa. En particular, las finanzas islámicas están ganando terreno en todo el mundo, ofreciendo productos y servicios financieros comparables a los disponibles en los mercados convencionales, pero adaptados a los principios islámicos. En lugar de la integración con el sistema financiero mundial, las finanzas islámicas lo complementan, proporcionando servicios financieros para los musulmanes. Se estima su volumen en dos billones de dólares – el 1 a 2 por ciento del sistema financiero mundial - pero están creciendo rápidamente.
Malasia es líder indiscutible del sector. El país ha elaborado un sistema bancario dual en el que su sector financiero convencional se ejecuta junto con uno islámico, y es responsable del 52 por ciento de los bonos islámicos globales que han estado vigentes en la actualidad. Malasia es también el único país con un mercado de bonos islámicos domésticos que funcionan en una moneda local. Más allá de los bonos, aproximadamente el 75 por ciento de los valores listados en la Bolsa de Malasia, en la bolsa de valores de Kuala Lumpur, son compatibles con la Sharía.
Varios factores han contribuido al éxito del país en las finanzas islámicas, pero ninguno más que el apoyo de su gobierno. En la década de 1980, el entonces primer ministro Mahathir Mohamad supervisó la formalización del sector, que se concibió como una forma de elevar a la etnia malaya en la economía formal, dominada por la etnia china. En los años siguientes, Kuala Lumpur ha establecido una estructura de regulación fuerte y centralizada en virtud de su banco central, que lo distingue de los países que tratan de alcanzar a Malasia, incluidos los del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que tienen sistemas bancarios menos centralizados. Esto ha permitido que el sector financiero islámico de Malasia permanezca como innovador y logre desafiar los intentos de otros países para sobrepasarlo, así como superar los obstáculos de los precios más bajos del petróleo y una desaceleración económica en Asia.
Indonesia, por su parte, es el país musulmán más poblado del mundo, es la mayor economía del mundo islámico, y fue el anfitrión del Foro Económico Islámico Mundial de este año. Indonesia es una fuerza creciente en el mundo de las finanzas islámicas. En el foro, el país dio a conocer sus planes - incluyendo un acuerdo con la banca de Malasia y un memorando de entendimiento con la Bolsa de Malasia para desarrollar conjuntamente sus mercados de capitales islámicos - para cultivar más su sector financiero islámico. Aunque Jakarta espera desarrollar su propia industria de las finanzas islámicas, no es de extrañar que está reforzando vínculos con Malasia. Al mismo tiempo, Malasia está dispuesto a ampliar su presencia en Indonesia, dado el potencial de Jakarta.
Fuera del Sudeste Asiático, las finanzas islámicas han tenido tanto éxito en el CCG, así como en los capitales financieros convencionales, tales como Londres, Singapur y Hong Kong, donde cada vez más bancos ofrecen productos financieros islámicos. Como parte de su esfuerzo para aumentar su participación en la economía mundial islámica, el CCG comenzó a celebrar su propia cumbre global hace varios años. Aún así, los números no mienten. El Sudeste Asiático está muy por delante cuando se trata de las finanzas islámicas, una verdad que este año el Foro Económico Islámico Mundial sólo reafirmó.
Fuente: Stratfor https://www.stratfor.com/geopolitical-diary/why-southeast-asia-undisputed-king-islamic-finance
Comentario:
Shamai Hilel
La economía islámica, probablemente, comparte en algunos puntos una similitud con la vieja economía católica feudal, y con la economía soviética. En todas esas economías, el préstamo por interés está prohibido y es mal visto en términos morales. Esto se debe a que el interés y la acumulación de dinero amenazan la concentración de poder en una autoridad moral absoluta.
En el capitalismo sucede algo parecido con la prohibición de prestar dinero por fuera de las autoridades bancarias, porque los bancos son los únicos autorizados, y la diseminación del préstamo autónomo mina no solo la autoridad bancaria y estatal sino también su concentración de riqueza y poder.
Si en la economía capitalista las finanzas se “autogobiernan” siguiendo la ley del más fuerte (se presta dinero al que más tiene), eso se da en un marco de competencia en el que la desigualdad de poder puede ser grave pero aún relativa, dado que el usuario puede llegar a tener éxito de acuerdo a su idoneidad para aportar a la sociedad y al mercado.
En cambio, en las economías gobernadas por sistemas ideológicos, morales o religiosos, el que gobierna concentra totalmente el poder económico y político, limitando de forma absoluta al que no se conforme a sus directivas, esto es: imponiéndole la cárcel, la represión, o el pago de un impuesto. La expansión de una economía está definida no por la competencia sino por la capacidad de dominio y conquista de una etnia o de una religión. En la economía feudal europea por ejemplo, el dinero estaba destinado primariamente a financiar los ejércitos, y no el desarrollo. El individuo está sometido al mandato colectivo de su etnia o religión, su conducta personal y su participación en la sociedad están pautadas por él, quedando la libertad confinada en las sombras de la clandestinidad.
El crecimiento de las finanzas islámicas significa un retroceso al modo económico feudal. Si el marxismo criticaba el carácter abstracto del dinero, del trabajo y del Estado, hoy este carácter es progresivo ante el nuevo carácter concreto particular étnico-religioso del dinero, del trabajo y del Estado.
Dicho más claramente, el marxismo criticaba el carácter abstracto del dinero, del trabajo, del estado, porque tras esa abstracción (en la que no hay conexión con un elemento particular étnico o religioso, si quiera personal, siendo algo universal para todos), se oculta en ella la desigualdad de las fuerzas reales, de quien ejerce poder a través de la posesión del mismo dinero. Pero hoy no sólo no se trasciende ese carácter abstracto, sino que estamos retrocediendo a su carácter feudal, en el que la desigualdad ya no se rige según la flexibilidad de lo abstracto sino la rigidez del nuevo “concreto”.
Por Hillel Shamai